Para quién. Camilo José Cela.


Conociendo al propietario



Para entender una casa, es imprescindible conocer a su propietario, ya que las casas están hechas por y para quien las habita, son reflejo de sus gustos y preferencias, pues estos son tenidos en cuenta por el arquitecto a la hora de proyectar.

Por ello, es imprescindible adentrarnos en primer lugar en la vida del hombre al cual la casa Cela debe su nombre.
¿Quién es Camilo José Cela? ¿Qué es lo que todos saben y qué lo que pocos conocen?

Infancia y juventud

Su formación se ve complementada por la afición de éste desde temprana edad a la literatura, especialmente en el periodo en el que permanece en el sanatorio de Guadarrama, convaleciente de tuberculosis, a los 15 años de edad.

Tanta es su afición por la literatura que pronto le lleva a abandonar su carrera de medicina (comenzada en 1934) para asistir a las charlas de Pedro Salinas, el cual, de los múltiples maestros que tendrá, será el único por el que años más tarde guarde veneración y respeto, así como el principal responsable de su final dedicación a la literatura.

Es en estas charlas donde conoce a un gran número de escritores y otros intelectuales de la época, que se convertirán más tarde en grandes amigos y colaboradores en sus publicaciones.
El propio Cela define su infancia como una “infancia dorada”, época en la que la pregunta sobre sus expectativas de futuro provocaba las lágrimas del niño ya que, como confesó años más tarde: “no quería ser nada, ni siquiera mayor”.

Su formación se ve complementada por la afición de éste desde temprana edad a la literatura, especialmente en el periodo en el que permanece en el sanatorio de Guadarrama, convaleciente de tuberculosis, a los 15 años de edad.

Tanta es su afición por la literatura que pronto le lleva a abandonar su carrera de medicina (comenzada en 1934) para asistir a las charlas de Pedro Salinas, el cual, de los múltiples maestros que tendrá, será el único por el que años más tarde guarde veneración y respeto, así como el principal responsable de su final dedicación a la literatura.

Es en estas charlas donde conoce a un gran número de escritores y otros intelectuales de la época, que se convertirán más tarde en grandes amigos y colaboradores en sus publicaciones.

Cela en el inicio del franquismo

Cuando comienza la Guerra Civil, Cela tiene veinte años. De ideas conservadoras, lucha en el frente franquista y después de ser declarado Inútil Total para el Servicio Militar por una herida de guerra, solicita colaborar como censor y delator de opositores al régimen.

Terminada la guerra, en 1940, Cela comienza la carrera de derecho, la cual abandona tres años más tarde para dedicarse definitivamente a la literatura.

Es también en esta época cuando entra a trabajar en una fábrica de industrias textiles, experiencia que provoca gran impacto en él cambiando radicalmente su estilo literario, pues aquel Cela defensor del régimen se traslada ahora al bando de la crítica social, hecho reflejado en su novela “La Familia de Pascual Duarte”, pues, como el propio escritor afirma, “El individuo no es un plano, sino un poliedro, que cambia dependiendo de donde le incida la luz”.



Comienzan los problemas
Ni siquiera un delator se libraba por aquel entonces de la ruda censura del franquismo. Tanto es así que, terminada su novela anteriormente citada, Cela se ve en apuros para encontrar un editor, además de sufrir el rechazo de Pío Baroja a su invitación de prologarla y, una vez consigue publicarla, su novela es inmediatamente criticada por Ecclesia, portavoz de la Jerarquía católica. La segunda edición de dicha novela es finalmente prohibida y la tercera sólo llega a publicarse en Buenos Aires.
Cela se casa con María del Rosario Conde Picavea en 1944, con quien tiene un hijo, Camilo José, dos años más tarde.

Su segunda novela de gran éxito, “La Colmena”, se publica en Buenos Aires en 1951 y es prohibida en España.



Mallorca

En el año 1954, Camilo José Cela se muda a Mallorca con su mujer e hijo. La razón exacta de este cambio de residencia se desconoce. Tal vez fuese en un intento de proseguir con su tarea de escritor más alejado de las garras censuradoras del régimen, o quizás se fuese en busca de la tranquilidad insular.


Encarga su nueva residencia a los arquitectos Corrales y Molezún, que más tarde serán galardonados por la misma, en los cuales depositará plenamente su confianza a la hora de proyectar la casa. Sin embargo, se reservará un lugar de la misma para su propio diseño: la bodega, lugar que utilizará como recordatorio permanente de sus más íntimos amigos y allegados, guardando hasta un centenar de botellas por cada uno de ellos.

La casa recibirá de nombre el apellido del escritor y en ella, dos años más tarde, Cela establecerá la redacción y edición de su nueva revista, “Papeles de Son Armadáns”, con Caballero Bonald como secretario de redacción.

De carácter pragmático y desafiante, Cela emplea su inconfundible ironía y humor negro como crítica constante a la realidad que le rodea. Este hecho se ve reflejado en su casa, la cual, según encargó a Corrales y Molezún, debía ser el equivalente a su taller, un lugar en donde estuviese “a gusto para vivir y cómodo para trabajar”, buscando la funcionalidad, no el lujo ni la ostentosidad pues para Cela “la inspiración es trabajar todos los días”, ya que del trabajo y el esfuerzo surge la realización personal, puesto que, como el propio escritor afirmaba, “trabajando ocho o diez horas diarias, al final algo te saldrá”.






Entrevista a Camilo José Cela en vídeo:








La Casa según quien la habita



A continuación publicamos el texto de Cela sobre la casa, en el que la describe y da su valoración personal. Esta noticia fue publicada por la revista Arquitectura nº 96 y cedida por el COAG. Incluimos también diversas fotos de la casa para poder hacerse una idea de ella.

BREVE NOTICIA DE MI CASA DE PALMA DE MALLORCA

La casa que me hicieron Molezún y Corrales, y que se ha publicado en el número 94 de esta revista, es lógica, muy lógica y habitable. Es lo único que necesitaba y es también algo que las casas no suelen ser; las casas, con frecuencia, son lujosas, o aparatosas, o bellas, o de éste o del otro estilo y, al final, todo suele acabar en pastiche (en falso lujo, en agociador aparato, en convencional belleza, en réplica de un estilo que no la necesitaba). Sé de sobras que no es empresa fácil el levantar una casa para un escritor y, menos aún, si este escritor es como yo soy: bárbaro, elemental y cabezota (y también, a ratos, sentimental, barroco y ecléctico). Molezún y Corrales acertaron y entre estas paredes me siento a gusto para vivir y cómodo para trabajar. Voy a tratar de describirla un poco.
Terraza en los semisótanos Rincón de la sala
En la planta baja, por el lado de la fachada principal, que es la que da al sol, la que queda a espaldas de la carretera, hay un comedor bastante grande del que sale la escalera, y dos puertas: la de la bodega y la de los servicios (office, cocina, cuarto de la plancha, alcoba y aseo de los criados, etc.). Para entrar en la bodega se bajan tres o cuatros escalones; su suelo es de guijarrillos y en medio de ella hay una gran mesa hecha con el frente de una cuba de tamaño considerable, que compré en Inca; como no cabía por ningún hueco, la pusieron en suelo, cuando se replanteó la casa sobre el terreno, la taparon con unos tablones y levantaron la casa alrededor; las botellas se colocan en unos anaqueles de tejas árabes, que gustaron mucho a mi admirado amigo el arquitecto Alberto Sartoris.
bodega
En la fotografía se ven algunos de los detalles que apunto; ahora está todo más lleno, como es lógico. En la bodega tengo dos colecciones curiosas: una de anises de toreros (no de botellas en forma de torero, claro es, que son muy ridículas) y otra de botellas bebidas con amigos y dedicadas por ellos: don Ramón Menéndez Pidal (ésta me costó mucho trabajo porque don Ramón no bebe), don Américo Castro, Albert Camus, Ernesto Hemingway, Alberto Moravia, Picasso, Joan Miró, Jorge Guillén, John Dos Passos, Chaplin, La Chunga y muchos más, hasta un centenar. Casi toda la bodega es invento mío -el piso, la mesa, las tejas para las botellas- y estoy muy orgulloso de lo bien que me salió. En el resto de la casa no intervine, ni poco ni mucho; a Molezún y a Corrales les di una cuartilla conteniendo lo que llamé Nómina de mis necesidades y ellos la interpretaron con talento y una absoluta libertad. En una esquina del comedor, ante un tresillo en el que mi mujer, algún invitado, los quinquis de mi Casa Civil y yo solemos hacer una tertulia, se abre una gran chimenea que, ¡nuestro trabajo nos costó!, tira muy bien. Al aire libre, sobre el muro de contención de la terraza del despacho de mi mujer, está el mural de Picasso.
Comedor
En el primer piso hay: la puerta principal de acceso, que da a un pequeño hall; otro hall más grandecito del que se pasa, a la derecha según se entra, al antedespacho y al despacho de mi mujer, y al almacén de mis papeles, y a la izquierda, a nuestra alcoba y a la escalera que baja a los servicios o sube a mi estudio y al cuarto de mi hijo. Del hall grandecito de que hablaba sale la escalera que baja al comedor, y puede pasarse al departamento de huéspedes y a un servicio para uso de las inevitables visitas que no se tomaron la precaución de salir meaditas de sus casas. Del almacén puede subirse, por una escalera de caracol, a la redacción de la revista; el almacén tiene acceso directo desde el porche de entrada.
Las piezas del cuarto de baño de mi mujer y mío-dos lavabos, el retrete y su cisterna, y el bidet- fueron pintadas por Ángela von Neumann y cocidas en el alfar de Moisés Álvarez, en Vigo. El calentador del agua está pintado, pero no cocido (porque es de metal) y la bañera no está ni pintada ni cocida (porque es de metal con un baño de loza y porque, sin cocer, se hubiera borrado). Las paredes del cuarto de baño son de madera, con lo que conseguimos hacer desaparecer el siniestro aire de casa de socorro que suelen presentar; las señoras hacendosas, cuando les enseñamos la casa, preguntan siempre si no se nos estropea la madera; pues bien , sí y cuando se estropeé, que por ahora no se nos estropeó, la cambiamos y en paz (igual que se hace con todo). Del despacho de mi mujer puede salirse a una terraza cubierta y practicable. Ante todo la planta corre otra terraza no practicable, con tierra vegetal y flores.
La escalera, al llegar al segundo piso, termina en un descansillo del que salen dos puestas: una da al pequeño departamento (o gran cuarto) de nuestro hijo-alcoba, cuarto de estar y cuarto de aseo- y la otra a mi estudio, que es bastante capaz. De este estudio se sube, por una escalera interior (no de caracol), a un segundo estudio, y se puede pasar a la oficina de la revista: minúscula pero muy cómoda y funcional. La oficina tiene acceso independiente, por una escalera al aire, de hierro. Mis dos estudios forman un conjunto suficientemente amplio; en todo caso, he podido colocar mi biblioteca (doce o catorce mil volúmenes), cosa que no creí que hubiera de suceder jamás. Por delante de toda esta segunda planta corre otra terraza, tampoco practicable y también con jardín. Del segundo estudio puede salirse a otras dos terrazas: una practicable, en unos de cuyos ángulos planté la veleta de hierro que me hizo el escultor Carlos Ferreira, y otra no más que relativamente practicable, con vegetación.
En la entrada por la carretera hay un pequeño patio de distribución del que se puede pasar al garaje, a la casa del guarda (pequeño vestíbulo, dos alcobas y aseo) y al porche de acceso.
Eso es todo y, para mí, no poco; mejor dicho, más de aquello a lo que jamás -hasta que sucedió- hubiera aspirado. Mi casa es un gran taller y la consigna que di a los arquitectos -ni un solo centímetro cuadrado innecesario, ni una sola pieza falsa- la cumplieron con evidente fortuna. Es lástima que sean tan holgazanes y no se dedican a dibujarme los cuatro faroles exteriores que faltan. Las fachadas son de gres o de piedra, según por donde se mire; los pisos, de gres, y las paredes van dadas de cal. Por algunos sitios hay madera. Camilo José Cela

Entrada directa por la calle Francisco Soler a la planta segunda dedicada a despacho y redacción de la revista